Ningún activista de Greenpeace ha preguntado a los delfines si prefieren ser libres
Al otro lado de la puerta, de este lado del invierno lees a media voz datos curiosos en un foro de Internet. Desde la cama tumbado no puedo verte.
El tiempo es una cosa extraña –dices-. ¿Sabes que cuando se construyeron las primeras pirámides todavía existían los mamuts?
Tú hablas del tiempo y yo pienso en el espacio. Millones de átomos separan ahora tu cuerpo de mi cuerpo –pienso metálicamente.
Al otro lado de la puerta, de este lado del invierno no te veo, pero veo tu sombra avanzando en la pared.
¿Sabes que si la historia de la Tierra se comprimiera en un solo año, los humanos aparecerían el 31 de diciembre a las 23:58?
Tampoco creo que nunca vayamos a poder ser completamente felices como esos delfines liberados por activistas de Greenpeace.
De este lado del invierno dibujo mentalmente un mapa para descubrir si nuestros desplazamientos del uno hacia el otro son eficientes desde un punto de vista mercantil o desde un punto de vista compositivo.
Vamos a sumar cosas que nos unen y a restar cosas que nos separan.
En el mapa podemos marcar tus recorridos por la ciudad en color rojo, los míos en azul y los que hacemos juntos en verde. Será un trabajo inútil pero puede que nos ayude a ocupar la mente y olvidar por un momento la época a la que pertenecemos. Sacaremos conclusiones precipitadas y en el mejor de los casos discutiremos acaloradamente sobre el rumbo que tomar en nuestras vidas.
Delfines libres, saltando frente a un atardecer de tonos fosforescentes.
Al otro lado de la puerta lees a media voz pero ya no sé qué dices. Son las 23:58 de un 31 de diciembre y tu sombra no se mueve. Tu voz leyendo datos curiosos se es el zumbido de un robot inteligente rebelándose contra la raza humana.
Mi cerebro pensando es un mamut congelado en el Polo Norte.
Puede que algún día robot y mamut luchen, y esa es información privilegiada que los átomos que nos separan podrían utilizar en nuestra contra.
Desde la cama, tumbado he tenido la sensación de que nunca podré volver a verte.
Voy a cerrar los ojos para imaginarte y ojalá cuando los abra el cielo siga estando arriba y el suelo abajo porque de lo contrario no sabría qué hacer.
A veces me gustaría ser un mamut para estar extinguido.
Vicente Monroy nació en Toledo en 1989. Es autor de muchos libros disponibles en http://about.me/v.monroy