Mi hermana I
Mi hermana cree que tiene SIDA, o dengue, son las únicas cosas que aprendió en la escuela y vive sin tiempo para googlear. Tiene varios chicos al mismo tiempo y sufre porque no sabe cuál elegir. Yo le doy consejos, una vez me sentí culpable por decirle que deje a uno siendo éste tal vez el amor de su vida, igual después me aclaró que nunca escucha a nadie.
Ahora me hago el tratamiento en el pelo antes de ir a trabajar, ella está en casa porque su chico actual se fue de la ciudad y me dice que cree que tiene SIDA. En Villa Gesell los médicos la terminaron aplaudiendo, de tantas veces que fue al pueblo de al lado a hacerse el estudio siendo menor cambiándole al apellido solamente dos letras. Antes no podían hacerse el estudio los menores sin autorización de los papás y terminaron cambiando a las reglas, llamando a la radio, todo por Sofia Venefi que viajaba acompañada de sus amigos en el colectivo Montemar.
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Mi hermana II
Mi hermana me dice: ¿vos sos la típica minita que se pone tacos y las otras minitas le dicen para qué te ponés tacos si no sabés caminar?.
Me echa constantemente del mundo de los sentimientos por ser de un signo de aire.
Ahora tengo relaciones con chicos y me pongo a llorar,
ella me dice que es normal, que le pasó con un japonés y un ecuatoriano, y después siguió viajando por Latinoamérica durmiendo con chicos que tuviesen ventilador.
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Mi mamá
Mi mamá me explicó todo sobre los viejos: a ellos les duele darse cuenta que no pueden seguir haciéndose cargo de todo, que tienen que decir por ejemplo “de esto se encarga mi hijo”, entonces se empecinan en cuidar cosas muy chiquitas que no se les van de las manos porque sienten que es lo único que pueden controlar. Ésto explicaría lo de la abuela de Viole que le esconde a los nietos el jabón, o comportamientos de la mía como comprar platos descartables para no lavar. Mi papá la mira fascinado:- Alejandra, vos tenés que ser intendente.
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COSAS SENTIMENTALES
En unas vacaciones de invierno fuimos con mis amigas a Uruguay. Queríamos ir a otro país y nos dimos cuenta que era igual a Argentina pero más deprimente. Mi amiga decía "encuentre las siete diferencias".
Dar vueltas manzanas y comprar cocaína mala por una cifra extraña.
En el hostel no nos querían porque dejamos entrar al cuarto al perro tres veces e hizo caca.
No podíamos parar de hablar de cosas sentimentales.
Nuestros tópicos preferidos eran "Cómo maduramos en este tiempo" y "Lo loco que es que esta amistad se siga conservando". Al segundo día dijimos Basta, y acordamos en levantar la mano y parar cuando estábamos hablando de demasiadas cosas sentimentales.
Conocimos a un chico que se llamaba Leandro. Lo miramos toda la noche sentado a cuatro mesas de distancia. Se acercó y después de un rato nos dijo Chicas, me encanta hablar con ustedes, siento que con ustedes puedo hablar de cosas profundas, sentimentales…
Lo dejamos ir con sus amigos y nos preparamos un merecido camino guiado por gestos, onomatopeyas y la música exacta en el que no nos dolía NADA.
Si quiero hablar de cosas sentimentales veo la vida como una lámpara de lava.
En la calle, la gente se agarra para charlar.
La televisión se llena de inmaduros.
A veces converso en mi imaginación con algunos personajes. Me pone mal que algunos duren demasiado. Pensé que sería sano transmitir mis obsesiones al Papa.
Lo que suelo hacer es exagerar lo que está alrededor, de manera de evitar la realidad común y corriente muy pero muy complicada.
Candela Benetti nació en Pinamar, Argentina en 1989. Vive en Buenos Aires, por la mañana es maestra de primaria y por la noche estudiante de periodismo. Forma parte de Taller H, un grupo horizontal literario por internet. Tuitea en @candelab y escribe en revistacandela.tumblr.com
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