27 de enero de 2014

Petricor

Petricor,
olor a tierra
mojada.
El aroma
que atesora
los secretos.

Sangre de los dioses idos,
beso de la tierra viva,
eres punto de reunión 
para los hijos de la tierra.

El lugar de donde surge todo,
el aroma primigenio,
que todos llamamos casa.

Donde todos nos reconocemos
como parte 
de la tierra,
y a la tierra
como parte
de nosotros.

*Petricor es el término técnico que define el olor a tierra mojada.

Graciela

Nadie puede olvidarse de la figura de tus labios 
o de tu largo cabello. 
Tu cuello es paraíso, es fruto. 
De tu figura ni hablar. Pecado. 
Nombre de compañera, de amiga, 
                                      de mujer. 
Graciela por muchos meses, 
Graciela por más de dos años, 
Graciela siempre en el infinito. 
Graciela como el amanecer 
                                                   de un día que se pinta.

20 de enero de 2014

Idalia

"¿Si tu cuerpo pudiera hablar, qué te diría?"
Idalia hace la pregunta con pose filosófica.
No lo sé. No lo sé, le contesto, como le contesto a todo el mundo cuando me da pereza pensar en algo. Como siempre que alguien me pregunta cosas que no me da la gana contestar, cosas como porqué soy tan callado, porqué soy tan miedoso y no le hablo a esa chica que trabaja en la cafetería de la escuela, porqué no he tenido novia desde que Caro me dejó o porqué nunca contesto el celular. 
Vine a esta fiesta con Idalia porque ella no hace esas pinches preguntas.
"Mi cuerpo me diría que ya no lo joda, que necesita descansar de mí."
Se recoge el cabello en una cola de caballo y dice que tiene calor.
Nunca las había visto, pero tiene cicatrices en el cuello.
Le pregunto por eso.
Alguien que fue su novio se las hizo.
Con un cutter.
El tipo estaba loco. 
Y era medio pedófilo.
Ella tenía 15 años, y este tipo  veintidós.
O algo así.
Me lo platica terminando su cerveza, fumando de mi cigarro y diciéndome que no le importa que le vea las cicatrices porque le da gusto que alguien en esa fiesta le vea algo más que el escote. 
Me lo dice y abre cervezas al mismo tiempo.
Una para ella y otra para mi. 
Se ríe.
Bebemos, fumamos, Idalia está totalmente descompuesta: Con los ojos hinchados, arrastrando las palabras, el cabello desarreglado y la risa fácil.
Ya está empezando a decir incoherencias.
La conocí en una fiesta casi igual a esta, donde no vienes a conocer gente sino a perder el conocimiento.  Nos hablamos porque de pronto estábamos fumando en el mismo rincón de esa casa que ya no me acuerdo de quien era, tomando del mismo vaso de vodka y fumando del mismo cigarro: Hay gente con la que simplemente conectas. 
"Las cicatrices son como recordatorios. La gente que compra cremas para borrarlas, es gente que nunca va a aprender de sus errores, gente que cree que puede empezar de cero las veces que quiera. Me dan asco."
Idalia está borracha perdida y aún así tiene momentos de lucidez. 
Salimos de la fiesta y caminamos. Subimos a un puente peatonal y vemos los carros pasar.
"Las luces son muy bonitas. En la ciudad nunca hay estrellas, pero las luces de los carros, los edificios y las antenas son muy bonitas."
Le digo que tiene razón y encendemos un cigarro, el último de la cajetilla. 
Fumamos por turnos. 
Siento que debería decirle algo, pero no sé qué decir.
Le digo que tiene los ojos cafés como cucarachas y me echa el humo en la cara. 
"¿A ti nunca te enseñaron cómo tratar a una mujer, verdad?"
Se ríe.
"Vamos a andar."
Le digo que no, claro que no vamos a andar y la verdad no sé porqué se lo digo. Pienso en si tiene algo que ver que yo tenga 17 y ella 22, pero luego decido que no, que no es por eso. 
"Tú te lo pierdes."
Se acaba el cigarro y caminamos hablando de las luces de la ciudad.
Llegamos a su casa y me da un beso que me sabe a cerveza y humo de cigarro. 
Le digo que tal vez deberíamos vernos un día a media semana. De día, para comer o tomar un café, cualquier cosa que no involucre cerveza, música fuerte y montones de gente. 
"¿Qué quieres, que vayamos a comer helado?"
Se ríe más fuerte.
"No sé. Un día."
Me despido y camino hacia la avenida.
Yo me lo pierdo, Idalia.
Yo me lo pierdo.



13 de enero de 2014

No fumar

Mariel
ya no fumes 
en la cama
de este hotel.

Nos dijeron
que estaba 
prohibido.

¿acaso
no ves
el letrero
en la pared?

Pone
N  O 
F  U  M  A  R
con letras rojas.

Fumar
en este hotel
está prohibido, 
Mariel.

Me dices 
que lo que hacemos
está prohibido
también.

Y yo me callo la boca
y te beso.

6 de enero de 2014

Ruffles

Hay una tienda en la esquina, que cliché.
Entro.
Me compro unos rófols de queso y pienso en Lola.
Lola...
¿Donde estará?
¿Que estará haciendo? 
¿Con quien estará?
A Lola le encantaban los rófols de queso.
Es decir, supongo que aún le encantan. 
No lo sé. 
No he hablado con ella hace mucho.
Pero antes le encantaban.
Podía comerlos una y otra vez, bolsa tras bolsa. 
Tenía una gracia para comer papitas que no he visto en ninguna otra mujer. 
En ninguna otra persona. 
Haciendo floreítos elegantes con las manos, quitándose el polvo de queso de los dedos con la boca. 
Comiendo una tras otra bolsas de rófols. 
Una tras otra.
Las comíamos juntos. 
La diferencia es que ella no resentía los efectos de comer demasiadas rófols.
No engordaba, no le salía ni un granito, no se veía mal, no importa cuantas bolsas de rófols se comiera, ella nunca se veía mal.
Lo pienso y abro la bolsa.
Empiezo a comerlas.
Lola, ¿Dónde estará?
Seguro sigue comiendo rófols y seguro sigue estando esbelta y bonita.
Es como dice José, mi amigo español de Facebook:  
"Eso es lo que pasa con las tías que están lo suficientemente buenas. Las tías buenas sólo tienden a ponerse más buenas con el tiempo."
También dice que los mierdas como uno, en cambio, somos de esos que les levantan la moral cada que nos encuentran por la calle años después de no vernos y ven que estamos más gordos, más calvos, mas jodidos por la vida.
De repente tiro la bolsa de rófols, con más de la mitad de las papas adentro. 
Ya no me apetece seguir comiendo esa mierda, ni seguirme viendo más jodido conforme el tiempo pasa. Tampoco es que me queden muchas opciones.
Camino a la esquina y tomo el autobús. 
Me siento al fondo y miro la ciudad. Los autos, la calle, las chicas, los tíos mierda que les suben el ánimo. 
Sobre todo miro a las chicas.
No sé dónde estará Lola, ni qué sea lo que esté haciendo. 
Pero esté donde esté, estoy seguro de que si llega a toparse conmigo, se va a alegrar de no estar más con un tío mierda.
Y claro, eso le subirá el ánimo...

El pasto

Me imagino que todavía escucha a Nina Simone, yo hoy recordé de que algunos de sus discos están en la biblioteca musical de mi portátil, pasé algunos y los escuché completos. 
Ojalá esté bien. Creo que lo está, vi una foto y se ve feliz. Se ve enamorada. 
Espero no solo sean especulaciones mías y sea pareja del chico con la que aparece en la foto, porque si no lo son me voy a decepcionar mucho; se ven muy bien juntos. 
A mi me está yendo de la chingada en casi todo. En la escuela extrañamente me fue muy bien. 
Ay Laura, te vengo a molestar a ti porque no tengo a quien contarle que me siento solo y que lloro diario. No puedo evitar deshacerme en llanto. Hace poco no me pude contener y miles de cosas pasaron por mi cabeza en forma de flashazo.  
Lo mala persona que fui, lo enamorado que estuve, la forma en la que cada cosa que me pasó, me marcó. No sé si es bueno o malo que sean cicatrices que no pueden verse. Supongo que es ambivalente porque a veces me arden, pero me van a recordar cosas que ya no debo hacer. Y de cualquier manera, unas sí se ven. 
La verdad es que ya no quiero rascarme cada que me acuerdo de Sofía porque todo eso ya pasó. Está feliz, yo no la marqué para nada pero ella sí me enseño muchas cosas y me dejó marcadas muchas mas, y al final del día no me arrepiento de haber hecho ciertas cosas aunque al final llegué a sentirme mal. Sé que me he despedido cien veces pero es muy difícil deshacerse de todo en tan pocos meses, por eso aún arrastro algunas cosas. Ya sé que han pasado años.  
Pero es que ese es el recuerdo que quiero tener por siempre de Sofía, sentada en el pasto viendo a la gente pasar. 
... 
No te levantes Laura, ella siempre quería que nos moviéramos hasta las seis.