12 de mayo de 2015

Bestias, de Mauricio González

Dijiste que ya no era una bestia 
con esa sonrisa tuya 
que cambia todo lo que pasa 
                                           a tu alrededor. 

Esa sonrisa que me hace querer ser mejor persona 
y dejar atrás cosas
que incluso yo mismo 
me he dado cuenta que no sé porqué estoy haciendo. 
Sólo sé que tu encanto 
me hace querer mover montañas 
y caminar por desiertos 
para verte aunque sean sólo diez minutos 
en las escaleras del metro
porque tienes clase y ya vas tarde.
 
Contigo siempre todo ha sido breve 
y aquí me tienes 
con el corazón fuera del pecho
y esperando sonriente 
que este momento dure para siempre. 
Quizás un poco más.
 
Dijiste que ya no era una bestia
antes de volver al mundo 
y que la lluvia nos empapara porque ya ibas tarde a tu casa 
y no quería que te fueras una vez más. 
Porque tengo miedo 
de que este sea el fin de todos los futuros probables 
que he imaginado cuando me dejas deducir que tus caderas
se mueven a mi ritmo. 

Y es que no importa
cuantas veces te vayas y vuelvas 
siempre voy a querer quedarme
a tu lado a ver las estrellas
desde ese castillo que habíamos creado
mucho tiempo atrás 
escondido entre vagones del metro y salones de tu facultad. 

Dijiste que ya no era una bestia y te creí 
y sonreí 
pensando que eso era un avance, 
pero nada me asegura que te quedes 
y lo único que puedo pensar es 
                                             que me gustaría 
tener la certeza de que me quieres, 
aunque sea sólo un poco. 



Mauricio González se esconde del mundo bajo el alias de Palahjunkie, adicto a Chuck Palahniuk, la mota y las mujeres (también usa esa misma máscara para exponerse), para hablar de la dealer y la bruja que cambiaron su camino hasta terminar dando malos pasos. 

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