Si fuera el agua de lluvia
que te alcanza en una gota
cuando llegas del trabajo,
recorrería suavemente
mi camino en tu mejilla
hasta llegar a tus labios
y morir.
Eso sería apenas nada,
quizá ni lo sentirías
y para mi sería todo.
Si supiera antes de todo
que el final de la agonía
después de caer de la nube
sería quedar en tus labios
entonces entendería
esa prisa de las gotas
por abandonar la nube,
por caer.
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