Hay una canción que me encanta
aunque hace tiempo que no la escucho.
Tampoco quiero hacerlo.
Entonces no pararía de repetirla
y eventualmente me hartaría de ella,
al punto de no querer volver a escucharla en mi vida.
Lo cual sería terrible, pues es una de mis canciones favoritas.
Es muy pegajosa,
a veces la tarareo en mi cabeza,
pero inmediatamente trato de pensar en otra melodía
para no tener que escucharla de verdad.
He llegado a cuestionar lo absurdo de mi método.
¿Y si no vuelvo a escucharla nunca?
¿No es exactamente lo que busco evitar al no escucharla todo
el tiempo?
Pero me rehúso a ceder,
y me enorgullezco de ya casi no recordar la letra.
Algún día, estoy seguro
la escucharé por casualidad en una fiesta
(para entonces no la recordaré en lo más mínimo)
qué buena canción, me diré genuinamente
y mientras la bailo
le preguntaré al de al lado ¿de quién es?
Entonces sí, después de la fiesta
llegaré a casa con la emoción de un adolescente
a buscarla en internet.llegaré a casa con la emoción de un adolescente
Pablo Robles Gastélum nació en Culiacán, Sinaloa en el año de 1992.
Publicó el poemario ‘amarillo’ en 2014. Twittea desde @pabloroblesgast