Todo lo que queda vivo
de lo que alguna vez tuve
es mi boleta global
con las calificaciones,
los nombres de las materias
y con cinco reprobadas.
Alguna vez mi vida fue sencilla
y para que siguiera siendo
tenía que hacer una cosa:
pasar matemáticas.
Y no sé si por idiota,
por desidia o por pereza,
el caso es que nunca pude.
Me pregunto si podré.
Algún día mi vida fue sencilla,
pero insistí demasiado en complicarla.
Fumando en el pasto fresco,
leyendo en las jardineras,
escribiendo cuanto pude,
escuchando discos nuevos,
inundándome de sueños
y de ideas.
(Hace poco leí que a la gente lista
no le gustan las salidas fáciles.
Pero también sé que a los imbéciles
les gusta complicarse sin razones.)
Algún día mi vida fue sencilla,
pero insistí demasiado en complicarla.
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