5 de agosto de 2013

Fede

Odette y yo salimos a caminar por La Gran Avenida a las 10 de la noche.
Es Viernes.
Estamos esperando a alguien.
Vestido rojo, medias de red, tacones altos y -suponemos- lencería.
Ese es el uniforme de trabajo de Fede.
Por lo que sabemos, Fede sale todas las noches con atuendos más o menos similares, desde hace unos cuantos años.
Años más, años menos. Fede dice que ya no se acuerda.
Fede es a quien esperamos. 
Nos saluda a Odette y a mi con un beso en la mejilla.
El acuerdo fue simple: Nos cobra la mitad de su tarifa usual por dejar a Odette hacerle algunas preguntas con una grabadora de por medio. Quizás un café.
Aún está abierto un cafetín de La Gran Avenida, así que pasamos. 
La gente nos mira raro, como si todo fuera un escándalo, como si Odette y yo no pudiéramos sentarnos en el mismo café que todos ellos y además con alguien como Fede.
-Estoy acostumbrado - Dice Fede por toda respuesta a las miradas que intercambiamos Odette y yo.
Nos sentamos. Pido un express corto y Odette un capuccino. Fede pide un cuernito de jamón y queso y una coca cola. Es mejor ya ir cenado a trabajar, pienso.
-Yo estoy intrigada - Odette rompe el silencio con esa curiosidad que caracteriza a los jóvenes estudiantes de periodismo - por todo el universo que rodea tu trabajo.
Fede saca una cajetilla de Benson largos, cigarros de señora. Enciende uno y nos ofrece. Declino, pero saco mi cajetilla.
-¿Qué quieres saber? - Fede da fumadas largas. Saborea el tabaco.
-¿Cómo te acostumbras a este ritmo de vida? ¿No sientes de repente ganas de dejar todo y tener una vida más relajada?
Fede se ríe, casi con ternura.
-Mucha gente me pregunta eso y no todos me pagan por oir la respuesta. La verdad es que a todo se acostumbra uno, menos a no comer. Y si no trabajo, no como. En este trabajo se gana, hay días malos, pero se gana. Tengo compañeritos que se están pagando la escuela con su trabajo. 
Nos traen el servicio y Fede apura la coca cola.
-La verdad es que - sigue hablando y sostiene el cuernito - para cada uno de nosotros es diferente. Para algunas y para otros si es difícil, es como una tortura, ¿ves? Para mi no.
Fumo. Fede come y Odette bebe su café. Hay buena vibra en la mesa, Fede es ese tipo de persona que puede caerte bien si te despojas de los prejuicios.
-Entonces te gusta.
-Si, a veces.
-A veces no...
-Hay cosas desagradables, es como todo. 
-¿Clientes?
-Clientes, la policía, a veces gente que no tiene nada que ver. Estamos marginados por la sociedad, no está bien visto nada de esto. Te acostumbras, pero si es bastante desagradable.
-Te topas con todo tipo de gente, me imagino. 
-No te imaginas, en este trabajo los primeros meses hasta te sorprendes. Ya después es como todo, te acostumbras.
-No sé cómo preguntar esto pero es importante... ¿Qué tipo de gente es la... la más usual?
-¿Que tipo de clientes tengo?
Otra vez Fede le enseña a Odette que en una profesión como la suya, las sutilezas están por demás.
-Si, ¿Qué tipo de gente es?
-Pues hay de todo. Señores que se ven ya con familia y todo, chavos, hasta señoras a veces. Gente así como la que está en las otras mesas, gente normal.
-Normal...
-Uno que otro ya con gustos más enfermos, ¿ves? Pero en general la gente es Normal, la que ves en la calle y apuestas que no haría algo así. Unos ya hasta son clientes, señores grandes con esposa, muchachos...
-¿Como porqué?
-No sé, ellos sabrán. A veces hasta te acaban contando sus broncas con la esposa, con la amante... Influye mucho todo. ¿Sabes cuantas señoras nunca se vestirían así para el marido?
Fede termina su cena y pide un americano. Enciendo otro cigarro. Odette sigue preguntando y Fede responde. La grabadora sigue registrando todo en el centro de la mesa. 


-¿Sabes qué, Odette? - Le digo cuando caminamos de regreso a su casa- Te quiero, pero es la última vez que te acompaño a uno de tus experimentos periodísticos.
-¿Sabes qué?- dice como si se hablara a ella misma-  Me voy a empezar a comprar lencería...

De la serie "La Gran Avenida".

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