Decías: "Faltan setenta y un días para mi cumpleaños".
Alguien que cumple años en Febrero y empieza a contar hacia atrás desde Diciembre (o antes) era raro. Pero a mi me gustaba.
En cualquier momento, de repente, al estar sacando copias, comiendo un sandwich en la cafetería o tirados en el pasto, decías: "Faltan cincuenta y tres días para mi cumpleaños".
A algunos les parecías histérica, pero yo te encontraba adorable.
No había modo de olvidar tu cumpleaños. Nadie que te pusiera atención lo olvidaría.
Ibas deshojando un calendario invisible, arrancando hojas, tarareando alegremente los días que faltaban entre el día en que vivías y el día en que ibas a celebrar que habías nacido. Nunca he conocido a nadie con tanto entusiasmo por su cumpleaños.
Y nunca, nunca te pregunté porque contabas desde antes, porqué lo esperabas con tantos días de anticipación, porqué te tomabas el tiempo de contar uno por uno los días del calendario para saber exactamente cuantos quedaban. Suponía que esas cosas eran muy de cada uno, cosas que no se preguntan, cosas para las que cada quien tiene sus razones.
Cosas propias.
¿Obsesiva? ¿Histérica? No, joder. Lo tuyo era adorable.
Falta un día para tu cumpleaños.
No sé si aún haces la cuenta regresiva.
Hace más de mil noventa y cinco días que te conjugo en pasado, pero algunos días te veo de aquí para allá, comiendo un sandwich, haciendo la tarea de cálculo diferencial y recordándome que tu y yo éramos muy felices en tu cumpleaños, porque estabas aquí, porque eran otros trescientos sesenta y cinco días que pasábamos juntos.
Pasábamos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario